sábado, 11 de febrero de 2012

Flipante no, lo siguiente.

Hablas mucho de la vida, como si hubieras vivido cientos de años, como si tuvieras mucha experiencia. ¿Y sabes qué? Que no la tienes. Que te piensas que sabes de todo, y en realidad no tienes ni puta idea de nada. Hablas de madurez cuando tú misma no la tienes. No amiga mía, no la tienes. Dices demasiadas cosas que luego no cumples, ¿un ejemplo? Que siempre estarías ahí, que significo mucho para ti, que como yo hay pocas, y miles más. ¿Y todo para qué? ¿Para que te rías en mi puta cara? ¿Para que me vaciles? Y una mierda. Encima de que hacemos cosas por ti, que te apoyamos, que te aconsejamos, que escuchamos tus penas y te animamos, encima te quejas. Te quejas y vacilas. Y yo la tonta que luego va detrás pidiendo perdón por arreglarlo. Pues apáñate sin mi, porque paso de tus jueguecitos. Y no, yo tampoco soy tan madura como para hablar de madurez, pero es que lo tuyo no tiene nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario