lunes, 5 de marzo de 2012

La casa está vacía, aun así prefieres cerrar la puerta. Bajas la persiana, dejas que la oscuridad inunde el cuarto entero. A duras penas, consigues llegar hasta la cama. Te pesa la cabeza, los recuerdos no te dejan ni respirar. Mareada, dejas caer la cabeza sobre la almohada, y justo cuando crees que se te habían acabado las lágrimas, ahí vienen más. Entonces empiezas a oír unos pequeños ruidos en el tejado, está lloviendo.
Dicen que cuando mucha gente llora, empieza a llover. Y aunque sea sólo un viejo mito, saber que no eres la única, te hace sentir un poco mejor.

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